FESTIVAL DE GLOBOS Y DESAPARECIDOS

Paracho, Mich., 2 junio de 2016.- “No perdemos la esperanza de que Paracho nos regrese vivos a nuestros hijos”, dice Guadalupe Nava Cruz, madre de Luis Enrique Castañeda y tía de Diego Armando Maldonado, quienes, junto a Ana Belén Sánchez, fueron sustraídos del Hotel Santa Fe, una madrugada de julio de 2012, después de haber concluido la tarde anterior, un taller de ciencia para niños, en donde descubrieron el porqué del ascenso de los globos de Cantoya.

Tres-defeños-desaparecidos

Y es que mientras en Paracho hay molestia de algunos por sentir que fueron despojados del festival de globos, que en su 11° edición se trasladará a Pátzcuaro, alguien ha deslizado la idea de que pudo deberse a la desaparición de los tres jóvenes profesionistas que habían sido contratados por el Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología para el desarrollo de una actividad lúdica y pedagógica.

Otros apuntan al conflicto entre el edil Stalin Sánchez González y la asociación civil de la promotora cultural Lourdes Amezcua, que por más de dos décadas administró el casco, ahora remodelado, del antiguo y emblemático Internado Indígena de Paracho.

No obstante, el comité organizador, en voz de Rafael Zalapa Elias, asegura que el de la desaparición fue un acontecimiento de fuerte impacto, “porque fue en el marco de nuestro festival y porque los muchachos aún no aparecen”, pero que la razón del cambio de sede es la carencia de infraestructura turística en Paracho. Es un “asunto que no se puede dejar pasar”, pero ese caso compete a otras instancias, “y nos reservamos el derecho a no declarar”, concluye.

La recompensa de un millón y medio de pesos que la PGR ofreció más de un año después de la desaparición, no ha logrado pistas ni avances en la improbable investigación. De hecho, la señora Nava Cruz es tajante con MUNDO PURÉPECHA: “Estamos como el primer día, no hay nada. Los de la PGR ya ni nos llaman… yo estoy segura que el gobierno sabe bien lo que ocurrió, pero lo oculta. No es posible que no haya detenido a nadie hasta este momento”, dice, al tiempo que relata el dolor indecible de no poder saciar su esperanza.

Los rostros risueños de los psicólogos Ana y Luís; y del comunicólogo, Diego, aún lucen en carteles espectaculares como el instalado a espaldas del Parque Nacional de Uruapan.

Como se recordará, los jóvenes originarios de ciudad de México fueron levantados la madrugada del 22 de julio de 2012, del Hotel Santa Fe, ubicado a unos metros de la monumental guitarra de cobre.

La autoridad investigadora informó a familiares en las primeras semanas, que la causa más probable pudo haber sido un encuentro desafortunado con los entonces líderes regionales del crimen organizado, la noche previa a la inauguración del festival. En represalia, y encabezando “un comando”, el par de criminales fue más tarde al hotel de donde los sacaron con violencia. Algunos testimonios dirían que hubo disparos, y que los maleantes, con la complicidad de los propietarios del inmueble, tardaron más de dos horas “limpiando la sangre”. En una declaración ministerial, un policía municipal aseguró que acudieron “inmediatamente” al llamado anónimo pero que dieron la vuelta al no encontrar nada, en un tiempo en que todas, o casi todas las policías, servían dócilmente al crimen organizado.

Dos años antes de ese suceso, el parachense y periodista Ramón Ángeles Zalpa, quien a su modo promovió también el festival de globos, fue desaparecido cuando se dirigía a supervisar la construcción de lo que sería una sede de postgrado de la Universidad Pedagógica Nacional -institución que no ha movido un clavo para saber del paradero de quien fuera miembro de su plantilla académica-, tras recibir una llamada del velador de la obra negra que ahora mismo luce inacabada, por el rumbo de los codiciados bancos de arena.

Por ello, más allá del arte de confeccionar magistralmente globos y de la belleza de su ascenso, en estos casos de los tres profesionistas que soñaban con un país más humano y justo, y del periodista de Cambio de Michoacán, la única evidencia es la impunidad, como en los más de 28 mil casos de desapariciones, una verdadera tragedia nacional para la que la verdad no ha adquirido dimensión pública.

Fuente: Mundo Purépecha

Luis Enrique, Diego y Ana. Tenemos memoria

Los desaparecidos no son estadísticas, son seres humanos que entre sus seres queridos dejan a su partida la nostalgia de una luz que se ve súbitamente extinguida, como las estrellas que desaparecen en el cielo que observan los telescopios. Así fue el caso de Luis Enrique, Diego y Ana, desaparecidos un 21 de julio, hace casi ya dos largos años.

JUNIO 5, 2014 Por: Roberto Velasco Alvarez (@r_velascoa)

Durante el festival de Cannes 2010, Patricio Guzmán, presentó el documental Nostalgia de luz. Un filme desgarrador, que con magistral profundidad hace un paralelismo entre la exploración del espacio que hacen los astrónomos y la búsqueda incansable de las madres de los miles de desaparecidos durante la dictadura de Pinochet. Ambas búsquedas tienen en común el desierto de Atacama y son exploraciones de un complejo y vasto pasado. “Recordar ayuda a construir el futuro”, dijo Guzmán durante la presentación en el festival francés.

En el documental podemos ver la dolorosa y larga lucha de mujeres decididas a encontrar a sus seres más queridos, aún cuando eso implique escudriñar grano a grano la enorme extensión del la porción de tierra más árida del mundo. Esa paciente y minuciosa exploración no es únicamente afán de quienes la realizan, sino que significa la oportunidad de pueblo chileno de recordar a padres, madres, hijos, hijas, hermanos y amigos que fueron arrojados del mundo por el violento régimen.

México enfrenta ahora también una disyuntiva entre la memoria y el olvido.

Las personas desaparecidas los últimos años y en este sexenio, que para nuestros gobiernos parecen haberse simplemente convertido en cifras para manipular y tergiversar, dependiendo de los intereses de quien las pronuncia.

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Morir poco a poco.

CRÓNICA DE LA BARBARIE

ANTE HIJOS DESAPARECIDOS

 
* Dos meses sin Daniel Ramos Alfaro, instructor de Conafe
 
(Colaboración Especial de Martín EQUIHUA)
 
  Se cumplieron dos meses de la desaparición del instructor del Conafe, Daniel Ramos Alfaro. Su madre, Rebeca Alfaro Madrigal, no pierde la esperanza de tenerlo de vuelta. Llora, lamenta… y se enferma. La ausencia del hijo “es horrible, lo peor que le puede pasar a uno; es para volverse loco, algo feo, muy feo”, dice.
 
  La vida cambia. “Piense y piense en él. Sin dormir bien. Con miedo”. Abriga un sinfín de preguntas: “¿por qué a Dany, si realizaba una labor humanitaria?”. Y a quienes se lo llevaron: “¿qué ustedes nacieron de la nada?, ¿no tienen padres e hijos?, ¿por qué no se tientan el corazón?”. Con estremecedora certeza señala que la vida se vuelve un morir poco a poco.
 
Entre los 30 mil o más desparecidos -como entre los muertos- hay gente de bien; es decir, de trabajo, estudio y apego a leyes, por lo que su condición de víctimas resulta incomprensible. (Sin decir que los otros merezcan ese destino). Sus familias sufren lo indecible, entre esperanza y frustración, vida y muerte. Se sienten solas frente al mundo, ante la ineficacia de autoridades investigadoras, cuya falta de resultados estimula a esa criminalidad que despliega a sus anchas esa clase de violencia selectiva.
 
  Rebeca Alfaro y la familia toda de Daniel, a quien le ocurrió la tragedia el pasado 2 de octubre; como las familias del periodista Ramón Ángeles Zalpa, desaparecido en abril del 2010 en Paracho; y las de Ana Belén Sánchez Mayorga, Diego Nava Maldonado y Luis Enrique Castañeda, sustraídos del mismo pueblo guitarrero, en julio de 2012, son claro ejemplo de esa desgracia inmerecida.
 
  Daniel es un joven instructor del Conafe y estudiante universitario. Lo desaparecieron de la comunidad de Betania, en el municipio de Uruapan, mientras cumplía con su trabajo.
 
  Ramón es un periodista crítico, terco, solidario con las causas de los marginados, y maestro de la Universidad Pedagógica Nacional -la que nada ha hecho por saber de su paradero-, para la que construía, con aportaciones sociales, un conjunto de aulas que quedó inconcluso, en una muda estructura esquelética.
 
  Ana, Diego y Luis Enrique, son tres jóvenes profesionistas que llegaron de la Ciudad de México a impartir cursos de ciencia para niños, en el marco del Festival de Globos de Cantoya, en Paracho. Semanas después de su ausencia, a Luis Enrique le nació su segundo hijo.
 
  La vida de estos cinco profesionistas ha sido limpia en todos los sentidos. Por desgracia, en torno a su búsqueda, hasta hoy la única evidencia es la impunidad. Con solo una mirada periodística saltan hechos que hacen pensar que desde la procuración de justicia se trabaja más por oscurecer que por aclarar estos casos. A Ramón lo desaparecieron con todo y carro. A los tres jóvenes defeños los sacaron con violencia del Hotel Santa Fe, y después, con la anuencia de los dueños de la estancia, los criminales se dieron tiempo de modificar el escenario; mientras que a Daniel se lo llevaron después de sus primera visita a Betania, y una vez que conversó con militares que le pedían posada en la escuela. ¿A quién pudo molestar ese breve diálogo?
 
  Estas ausencias y sus secuelas forman parte del escenario macabro que persiste en instalarse en nuestra conciencia como sinónimo de normalidad, y al que pertenece, nada menos, el cementerio clandestino que en estos días se explora en La Barca, en el que han localizado cerca de 70 despojos de cuerpos humanos, de otros tantos desaparecidos cuyas familias cerrarán un ciclo de sufrimiento, si les llega la suerte de que sean reconocidos. ¡Un panteón clandestino!
 

  No han bastado protestas en sitios públicos y campañas en redes sociales. En estas búsquedas y exhumaciones, una certeza se abre paso: en un futuro no lejano seremos etiquetados de cómplices y cobardes. Autoridades de hoy, periodistas, religiosos, universitarios, deportistas, gobierno y sociedad, por acción u omisión, dejamos empollar a esa ave de rapiña del llamado crimen organizado, a cuya cuenta se sigue degradando la convivencia humana, disfrazada de normalidad.

fuente: La Opinión de Michoacán online

 

Ofrece la PGR 6.5 mdp para localizar a 14 desaparecidos

Revista Proceso

MÉXICO, D.F., (apro).- La Procuraduría General de la República (PGR) ofreció 6 millones 500 mil pesos de recompensa a quien o quienes aporten información para dar con el paradero de 14 personas desaparecidas en los estados de Oaxaca, Michoacán, Veracruz, San Luis Potosí, Nuevo León y Estado de México.

En un aviso publicado en el Diario Oficial de la Federación, la dependencia que encabeza Jesús Murillo Karam ofrece hasta un millón 500 mil pesos para localizar a Minerva Vera Alvarado, privada de su libertad en Matías Romero Avendaño, Oaxaca, así como a Milynali Piña Pérez, Alexis Domínguez Pérez y José Arturo Domínguez Pérez.

La PGR entregará la misma cantidad a quien ofrezca datos para localizar a Elizabeth Moreno Chávez, privada de su libertad en San Juan Ixhuatepec, Tlalnepantla, Estado de México, y Alejandro Rodríguez González, secuestrado en San Luis Potosí.

Para quien o quienes proporcionen información veraz y útil para la localización de Luis Enrique Castañeda Nava, Diego Antonio Maldonado Castañeda, Ana Belem Sánchez Mayorga –secuestrados en Paracho, Michoacán– y Nayelli Francia Morales, desaparecida en Veracruz, también ofrece un millón 500 mil pesos.

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Sin indicios de 3 desaparecidos hace un año en Michoacán

La PGR ofrece un millón y medio de pesos a quien proporcione información de su parado; fueron vistos por última vez el 21 de julio de 2012 en la comunidad purépecha de Paracho.

Ernesto Martínez Elorriaga, corresponsal

Morelia, Mich. La Procuraduría General de la República (PGR) ofrece recompensas de millón y medio de pesos a quien proporcione información de personas reportadas como desaparecidas en los últimos años en distintas regiones del país, entre ellas los profesionistas Luis Enrique Castañeda Nava, Diego Antonio Maldonado y Ana Belén Sánchez Mayorga, quienes fueron sacados por la fuerza del hotel Santa Fe, en la comunidad purépecha de Paracho por presuntos criminales,el 21 de julio de 2012.